miércoles, 11 de mayo de 2016



12 MAYO - Movimientos sociales


Morozov: Slacktivismo se refiere a las actividades políticas que no tienen impacto en los resultados políticos de la vida real, sólo sirven para aumentar la sensación de bienestar de los participantes.

Putman (2000): No tiene sentido en la medida que no son capaces de alcanzar objetivos políticos y pueden descarrilar los participantes políticos lejos de las formas más efectivas de participación en el repertorio activista que tradicionalmente se ha utilizado. 

Bimber, Scheufele y Nisbet: afirman que la Internet hace poco para ayudar a movilizar a los ciudadanos. 

Shulman, Hindman: los ciudadanos están activos a través de Internet, pero esa actividad es un lucimiento sin sentido que hace más para hacer que los activistas se sientan bien acerca de sí mismos que para hacer frente a los asuntos políticos urgentes.

¿Castells y Borón? ¿Cuál era su posición?

Algunos autores se preguntan ¿Todas las actividades políticas son iguales? Sin embargo la eficacia de tales actividades es objeto de controversia. 

Ej. Slacktivismo vs escudos humanos. O es pedirle mucho al slacktivismo? 

Pregunta: ¿Cuál puede ser una función ciudadana del slacktivismo?

Pregunta: ¿las campañas en Internet son eficaces en las decisiones políticas que afectan la vida real?

¿Internet puede tener un efecto perjudicial para el funcionamiento de la democracia? 

La evidencia recogida en los últimos años apunta que estar online promueve la participación activa offline también. A pesar que ese vínculo no es muy fuerte, tampoco hay evidencia de un efecto negativo de Internet.

¿Existen evidencias que Internet esté dañando el compromiso cívico por otras formas más efectivas de participación?

¿Cambió algo Internet en la participación ciudadana? (Movimiento Derechos civiles en el sur sin Internet, Gladwel)

¿Twitter y Facebook son los guerreros revolucionarios?

Según el sociólogo Doug McAdam: ¿Cuál es la clave del activismo, de la participación revolucionaria? ¿Cuál es la crítica que realizan algunos autores entre la relación de activismo con Internet? 

¿Lazos débiles vs lazos fuertes? 

¿Pueden los lazos débiles llevar al activismo de alto riesgo?

¿Cuál es la manera eficaz y rápida de usar los medios sociales para impulsar el cambio? (Ejemplos)

Plataformas para encontrar animales, adoptar, encontrar... 

¿Hay riesgo financiero o personal? 

Según el ejemplo de los estudiantes de Gladwell, hubo una historia previa de movimientos, una memoria social compartida, que incidió en la defensa civil de los derechos de los jóvenes. 

Diferencia en el activismo tradicional: Verticalidad (jerarquías) frente a la horizontalidad (decisiones por consenso, los lazos que unen a las personas están sueltos)

Estructuras en redes son resistentes y adaptables en situaciones de bajo riesgo. (Ejemplo: wikipedia)
La articulación de una filosofía coherente no parece por un extenso sistema de organización sin líder. 

Las redes no tienen una estructura de dirección centralizada y líneas claras de autoridad, tienen dificultades para llegar a un consenso real y el establecimiento de metas. 

¿Cómo tomar decisiones estratégicas cuando todos tienen el mismo peso?

Lo importante en realidad es que la red esté interesada en el cambio sistémico y no organizada para asustar o generar ruido. 

Por ejemplo ¿Cómo tomar la facultad sin organización y sin jerarquías? Son acciones de alto riesgo que deben ser precisas y coordinadas. Debe haber poco espacio para el conflicto y el error. Si un solo estudiantes responde a la provocación represiva la legitimidad moral de toda la protesta se ve comprometida. 

La disciplina y estrategia son cosas que los medios online no pueden proporcionar. 

Ejemplo de movimiento social-media: Caso Shirky. Rastreo, recuperación y presión.

Para Gladwell es solo una forma de organización que favorece conexiones y lazos débiles que dan acceso a conexiones de fuerte lazo y que nos preservan ante el peligro.

De la organización y estrategia se pasa a la resiliencia y capacidad de adaptación. 

Los instrumentos de los medios sociales son adecuados y ajustados para que el orden social existente sea más eficiente. 



Javier Toret: No importa si es la plaza Tahrir en Egipto, la Puerta del Sol en España, Occupy Wall Street en Estados Unidos, #YoSoy132 en México, el parque Gezi en Turquía o el aumento al transporte público en Brasil: las escenas se repiten: por todos lados hay miles de jóvenes que salen a las calles a protestar y a exigir cambios en la manera de gobernar. ¿Cuál es el común denominador? La red.

“Estamos muy avanzados en los asuntos tecnológicos, pero el cambio político está muy atrás, no tenemos un modelo de sociedad de recambio”. Esta contradicción parece empujar la acción y el pensamiento de Javier Toret, activista e investigador del Programa de Comunicación y Sociedad Civil de la Universidad Oberta de Catalunya, donde colabora con el profesor Manuel Castells.

¿Cuáles son las diferencias entre los movimientos sociales tradicionales y los nuevos movimientos emergentes, como el 15M, Occupy Wall Street, #Yosoy132, o los más recientes en Brasil y Turquía?
Un movimiento social tiene otra forma. 76 por ciento de la gente que participó en el 15M no era activista, y 94 por ciento de la gente participaba en redes sociales. Claro, en España hay un índice de penetración de internet de 72 por ciento; México, si no me equivoco, está en cuarenta, cuarenta y tantos... Esos movimientos red son más amplios que las categorías de los movimientos sociales, por muchas razones. No tienen esas características de pertenencia ideológica o una identidad que se construye con el tiempo; es más bien una explosión que se hace viral en la red y que aumenta la emocionalidad de la gente, y que se expande y se contagia gracias a la tecnología.
¿Qué es lo que buscan los movimientos en red?
Los movimientos cuestionan, en general, cómo está hecha la sociedad. Por eso son movimientos. Aunque no tengan demandas de “el comunismo” y no pongan un modelo totalmente cerrado de sociedad, están planteando una impugnación del sistema. Y esa crítica transversal es distinta a la de un movimiento social, que critica un elemento. Aquí hay una crítica generalizada e interconectada, y por eso estos movimientos son revolucionarios en la medida en que los sistemas políticos y económicos no están preparados para aceptar ninguna de esas demandas. “Acabar con el monopolio de los medios”, es muy radical. “Que cambie la democracia representativa por algo más participativo, donde haya más control ciudadano”, es un cambio muy profundo. No es “La Revolución” con mayúsculas, sino un conjunto de críticas que van a la raíz de cómo funciona el sistema neoliberal.
¿Por qué piensan que es difícil comprender estos movimientos desde las categorías tradicionales?

Nosotros estamos mucho más cerca de pensar estos movimientos no desde las teorías de la sociología, sino de las teorías de los sistemas complejos, de las ciencias cognitivas, de los estudiosos del comportamiento de las bandadas de pájaros o de las cosas que pasan en el cerebro, que es también una red de neuronas con una complejidad tal que hace que muchos elementos se coordinen sin que haya un centro. Para nosotros es muy claro: se trata de un proceso emergente y de autoorganización en el que patrones sencillos se repiten, se replican y generan un orden más complejo. Esa explicación nos parece más certera.
¿Cuáles son los factores que explican el surgimiento de estos movimientos?
En Europa hay una situación tremenda de paro juvenil y una serie de malestares que no son sólo de los jóvenes, sino de todas las capas de la sociedad, que ven que no hay democracia, que se están reduciendo sus expectativas de vida. Antes la gente estaba aislada, los grandes medios como O Globo, como Televisa, tenían un poder tremendo. Y estos movimientos rompen esa hegemonía. En la medida en que la gente hace un uso político de la red y de las miles de posibilidades —que puedes crear, relacionarte, hacer cosas, sobre todo en Facebook y Twitter, YouTube, streamings—, ha conseguido convertir el malestar, la impotencia, el “cabreo”, en una agrupación temporal y, sobre todo, transversal de la sociedad.
No olvidemos que este fenómeno es mundial. Si contamos siete países, que son los que estamos estudiando y en los que luchamos (Túnez, Egipto, España, Estados Unidos, México, Turquía y Brasil), entre 2011 y 2013 hay una secuencia de explosiones sociales que suman alrededor de 800 millones de habitantes. Si la proporción de gente que simpatiza con estos movimientos en cada parte del mundo es de 50 y hasta 65 por ciento, podríamos hablar de entre 400 y 500 millones de personas que han apoyado a estos movimientos.
Dedican gran parte de su estudio a analizar las emociones en la conformación de estos movimientos. ¿Qué papel juegan las emociones y la tecnología?

Lo que el movimiento consiguió con la dinámica de autoorganización en la red es que tú te das cuenta de que hay personas trabajando contigo y se están dejando las horas; hay un volumen de actividad y organización que estás viendo, lo estás sintiendo, porque son relaciones humanas. Todo ese tráfico de interacciones es capaz de convertir la soledad, la impotencia, el miedo, en potencia. “Podemos, vamos a hacer esto”. Es una autoconstrucción de los estados de ánimo colectivos, como lo llamamos nosotros, y las tecnologías y la mediación para hacer eso.
Ya sea para motivarte a salir a la calle o si te pegan —si el sistema te agrede—; si estás conectado y tu versión es más potente y más distribuida y tiene más credibilidad que la de los medios que tratan de reprimirte, el movimiento crece. Si en los medios te cercan y eres “anarquista”, “revoltoso”, y hay mucha gente que los apoya, es más difícil crecer. Pero si se ve que hay un agravio del poder a algo que es legítimo, ciudadano, justo, hay un proceso de contagio tecnológicamente estructurado.
 ¿Qué papel tienen las tecnologías en estos procesos de contagio?
Los streaming, los “tuits” y las fotos han hecho la revolución en directo. Tú puedes seguir lo que está pasando en la calle en tiempo real. No sólo vas a ver la narración de los medios masivos: ahora vas a tener a muchas personas que están haciendo una información distribuida del mismo acontecimiento en primera persona. Ahí se transmite mucha emoción, porque es directo y porque hay riesgo, y la gente que lo está viendo también lo está percibiendo y está preocupada. Y si hay violencia se activan sus neuronas espejo, se activa el cerebro y dice: “No puede ser, esto es intolerable” y empieza a tuitear o sale a protestar, o a lo mejor no puede ir a protestar ese día porque está trabajando o porque la protesta no es en su ciudad o en su país. Pero esto también es importante para entender lo que está pasando: no son movimientos aislados, son movimientos interconectados.
¿Cuáles son los elementos en común entre el 15M y otros movimientos red como #YoSoy132, Ocuppy Wall Street?
Hay cosas distintas entre la Primavera Árabe, el 15M y Occupy Wall Street, porque son distintos los contextos. Por ejemplo, con Occupy no hay un movimiento muy fuerte en internet como el que hay en España, sino una cosa más de activistas. Sin embargo, el movimiento crece cuando hay una represión muy fuerte.
En España, la clave es la noche del 16 de mayo, cuando la gente se queda a acampar, algo que no estaba planificado. Esa noche los dejan estar —un gran error de la policía—, y al día siguiente los desalojan. Entonces se lanza en Twitter: “¡Venid a acampar, venid a acampar!”. Y claro, como la gente estaba tan caliente de la manifestación y estaba tan empoderada —dos días antes había habido una movilización muy importante en todo el país que los medios habían silenciado—, esa noche llegan 40 o 50 mil personas a [Puerta del] Sol, cercan a la policía y ésta se tiene que ir.
Mauricio: Los movimientos en España del 15M provenía de los grupos que ya estaban militando, eran lazos fuertes.
Yo estaba en Barcelona siguiendo por streaming, y hay un momento en que toda la plaza empieza a cantar al unísono: “Ha empezado la revolución...”. Toda la gente que estaba viendo el streaming se fue como loca a acampar a su ciudad y en dos días tenías todo el país acampado.
(...)
¿Podríamos decir que la etiqueta cambia, pero que las personas o los colectivos se agrupan alrededor de otras iniciativas, otros nombres?
El movimiento, por un lado, activa a la sociedad y, por otro, ayuda a propagar lo que dicen otros sectores. Por ejemplo, la PAH [Plataforma de Afectados por la Hipoteca,] que ha sido capaz de profundizar en demandas concretas. Han llevado una iniciativa legislativa popular al Congreso. Ese movimiento es un poco hijo del 15M porque, aunque nació en Barcelona unos años antes, sólo tenía dos nodos antes del 15M y ahora tiene 160. Están en todo el país y son muy poderosos, muy grandes. Se ha abierto un espacio público expandido que está receptivo a que se lancen iniciativas.

La génesis del 15M

El equipo interdisciplinario de DatAnalysis15M, de la Universidad Oberta de Catalunya, coordinado por Javier Toret, ha publicado un extenso estudio sobre el movimiento español. Más allá de los distintos componentes del documento, que pueden ser consultados en línea, el estudio permite comprender cómo se formó la red del 15M, conforme a qué patrones se organizó y cómo ha evolucionado. “El 15M se construyó primero en internet que en la calle”, explica Javier Toret y relata que entre 2007 y 2011 se formó un extenso movimiento en internet en oposición a la Ley Sinde, que, amparada en la “protección de los derechos de autor”, restringía drásticamente las libertades para compartir y descargar información en la red.

Manuel Freytas
L o que los medios y analistas del sistema  llaman "primavera española" no es nada más que un juego deportivo de alienados jóvenes de las "redes sociales" (a los que se suma la izquierda sin brújula asimilada al sistema) que promueven "protestas populares" desde la Internet casi como un divertimento con catarsis colectiva.

Desde su instrumentación casi orgánica  en Medio Oriente y en África con las "revueltas populares" promovidas por la CIA y los servicios aliados, la Internet y los celulares fueron la clave de estas movilizaciones cuyos contenidos y objetivos solo los conocen sus instigadores ocultos. O sea los beneficiarios encubiertos (servicios de inteligencia y grupos del poder) que los inducen a través de operaciones de acción  psicológica principalmente en las "redes sociales". Y que luego se convierten en masivos a través de la difusión a escala global (en vivo y en directo) por las grandes cadenas mediáticas internacionales.

Estos movimientos se definen como "apolíticos". Y en general sus estructuras funcionales no varían en su implementación, salvo sus objetivos que se amoldan de acuerdo a las necesidades locales del país y la sociedad en que se los aplica.

La estructura movilizadora masiva de las protestas nace de un triple eje convergente e interactivo: Internet (redes sociales), teléfonos celulares (mensajitos de texto) y cadenas mediáticas masivas que los reproducen y los difunden por todo el planeta.

Las "rebeliones" juveniles nacidas de la Internet no plantean ninguna revolución ni cambio de sistema, sino una "profundización de la democracia". No plantean un cambio del sistema y del Estado capitalista, sino que plantean una "depuración democrática" en el cual los partidos políticos abran mayores canales de "participación.

Obviamente que estos movimientos trabajan y se potencian sobre una realidad y una demanda social básica: El desempleo y los ajustes sociales. Fenómenos que sus lideres organizadores achacan, no a la explotación económica del sistema capitalista, sino a la acción inmoral  de los"políticos corruptos".

El movimiento de los "indignados" naciente en España  no propone cambiar la realidad estructural concreta de la explotación capitalista (El Estado capitalista y su contenido programático), sino cambiar las formas de la convivencia política y depurar las prácticas corruptas de los políticos (sólo la cara gerencial del Estado capitalista).

En resumen, ni "revolución socialista", ni "revolución de color, ni "revolución árabe": "revolución democrática" implementada por los "chip-alienados"  de la Internet y de los celulares que confunden las formas con el contenido.

Sólo un cambio de maquillaje para que el sistema continúe (sin enemigos reales) desarrollando a nivel local e internacional sus negocios y sus guerras intercapitalistas por la conquista de mercados y de recursos estratégicos.
















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